Muchos pacientes que padecen insuficiencia renal tienen cifras normales de colesterol, pero, al igual que ocurre con la tensión arterial, se ha demostrado el beneficio de reducir los valores de colesterol en sangre a niveles inferiores a los del resto de la población para frenar el deterioro arterial. Además, los fármacos que bajan el colesterol protegen las arterias incluso aunque no bajen de forma marcada los niveles de colesterol. Por eso se recomienda el uso de dichos fármacos incluso los pacientes con cifras normales de colesterol. En este caso el objetivo es lograr un LDL-colesterol (que es el llamado “colesterol malo”) inferior a 100 mg/dl.
En los medios de comunicación se mencionan constantemente productos dietéticos que ayudan a controlar el colesterol (ácidos grasos omega-3, yogures especiales…) pero desafortunadamente su capacidad para bajar el colesterol es muy reducida, muy inferior a la de la medicación de que disponemos, por lo que, aunque pueden proporcionar una pequeña ayuda, no evitan en absoluto el uso de fármacos.
Para el control estricto del colesterol, además de evitar las grasas animales y el exceso de peso, destacan en primera línea los fármacos cuyo nombre termina en “-tina” (Atorvastatina, Fluvastatina, Sinvastatina…) y la Ezetimiba.
Editado en diciembre de 2012.