Para que a una persona enferma se le pueda trasplantar un órgano de otra persona sin que lo rechace de forma definitiva es imprescindible que entre el donante y el receptor exista compatibilidad, es decir, que el receptor no tenga defensas demasiado poderosas contra el tejido del donante. Esta es la principal razón por la que los pacientes con enfermedad renal crónica avanzada deberán pasar un largo periodo en diálisis para poder acceder a un trasplante renal de donante fallecido, a la espera de encontrar un donante de este tipo suficientemente adecuado y compatible. Esa larga espera hace que muchos enfermos renales opten por intentar un trasplante renal de donante vivo, animados además por los buenos resultados que ofrece , sea el donante familiar, pareja o amigo del receptor.
Pero también el trasplante renal de donante vivo exige compatibilidad entre donante y receptor porque incluso entre familiares puede ocurrir que el receptor tenga defensas exageradas contra aquello que es diferente entre ellos. Y hasta en una cuarta parte de los casos nos encontramos con que el receptor y el donante no son compatibles.
¿Qué hacemos entonces? Hasta hace pocos años esa incompatibilidad impedía el trasplante de donante vivo, pero ahora disponemos de dos opciones que facilitan que el enfermo reciba un trasplante renal gracias a la donación de su ser querido.
La primera es la llamada en“dessibilización”, que consiste en eliminar de la sangre del receptor esas defensas exageradas que tiene contra el donante. La forma de eliminarlas es un tratamiento muy similar a la hemodiálisis, que recibe diferentes nombres (como “plasmaféresis” o “inmunoadsorción”) según algunos aspectos técnicos, y que consiste en sacar sangre al receptor, hacerla pasar por un filtro en el que se eliminan esas defensas, y devolver la sangre al paciente. La sangre circula continuamente mientras sale, se “limpia” y vuelve a entrar. Este tratamiento se realiza en sesiones de 2-3 horas, que se hacen cada dos días. El número de sesiones necesario varía de paciente a paciente, pero en general suele ser suficiente con unas seis sesiones, es decir, unas dos semanas de tratamiento. En ese momento, una vez comprobado que hemos limpiado la sangre del receptor del exceso de defensas, se puede realizar el trasplante entre los miembros de la pareja que lo ha solicitado. Es importante saber que en ocasiones no se consigue una eliminación suficiente de defensas, en cuyo caso el trasplante no se puede realizar ( de hecho, sólo se consigue en menos de la mitad de los pacientes), y que, aunque se consiga una adecuada reducción de defensas, el riesgo de rechazo es mayor que el que existe cuando el donante es compatible. Aún así, ha permitido trasplantar con éxito a muchos.
La segunda opción es el llamado “trasplante renal cruzado”, que consiste en “intercambiar” el riñón donado con el de otra persona en la misma situación. Es decir, se busca otra pareja en la que receptor y donante también son incompatibles y se comprueba si cada receptor es compatible con el donante de la otra pareja. Si lo es, se realiza el intercambio de riñones. El intercambio se puede producir entre dos parejas, o entre tres o más. La perspectiva de optar por esta modalidad de trasplante puede no agradar en un principio al donante, que, tras convencerse a sí mismo de realizar el sacrificio con la idea de entregar su órgano directamente a su ser querido, ve cómo se le propone entregarlo para que se le implante a una persona desconocida, pero la experiencia de que disponemos nos dice que es una magnífica solución, no sólo porque permite trasplantar al receptor con un riñón de donante vivo, lo que no sería posible con su familiar, sino porque el auténtico acto de generosidad con el receptor sigue siendo el de su donante, que entrega un órgano para que su ser querido sea trasplantado. Frente a la opción anterior (la que llamábamos “desensibilización”), el trasplante cruzado presenta la enorme ventaja de que en este caso los donantes y sus receptores son compatibles, por lo que presenta mayor posibilidad de éxito.
Una forma (aún muy infrecuente) de intercambio de riñones entre parejas donante-receptor incompatibles, es el ”trasplante en cadena” que incluye un “donante altruista”. El donante altruista es una persona que, aunque no tiene ningún familiar enfermo, ofrece su riñón a quien lo pueda necesitar, a cambio de nada. Esto permite ser trasplantado a un enfermo cuyo donante es incompatible con él. A cambio, este último donante entregará su riñón para otra persona en la misma situación, cuyo donante a su vez se lo entregará a otra. Así se organiza una cadena que intenta beneficiar al máximo número de personas posible.

En el Hospital Universitario de Cruces, así como en los hospitales de nuestra Comunidad Autónoma, con los que trabaja como un único equipo, se dispone de experiencia y muy buenos resultados en todas las modalidades de trasplante de donante vivo, así como en las de donante fallecido.
GORKA GARCIA ERAUZKIN nefrologo del Hospital Universitario de Cruces
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